12 de diciembre de 2016

APUNTES PARA UNA HISTORIA

Tan sólo intentar un bosquejo de la historia del Servicio Social chileno de una extensión apropiada a las posibilidades de un artículo es una tarea imposible por no decir colosal, tampoco es la intención, es sólo un apretado racconto de situaciones que en la actualidad nos interpelan a meditar, reflexionar y por qué no, a una nueva reconceptualización.

Se puede afirmar sin injusticias que la historia del Trabajo Social tiene sus raíces en la propia historia del ser humano. En la trayectoria histórica de la Humanidad se observa una sensibilidad permanente con las personas y grupos más necesitados. Sea por motivos humanitarios, religiosas, organizativas, de orden, de legitimación social, es decir, siempre ha existido un otro a quien ayudar.

El Trabajo Social Chileno surge en una época de agitación, convulsiones y cambios sociales a principios del siglo XIX, el boom del salitre genera fuertes migraciones hacia zonas del norte para explotar y trabajar aquella riqueza, pero en forma paralela una gran crisis económica y social y no menos importante marca la ruta institucional, la Constitución Política de 1924, la cual estuvo vigente hasta 1980.

Arturo Alessandri Palma (1920 – 1925), había llegado al gobierno mediante promesas de campaña sobre leyes sociales a favor de los sectores populares, como el seguro del trabajador, sin embargo, estuvo afectado por la baja del precio del salitre por efecto del término de la Primera Guerra Mundial y además del proceso de salitre sintético, lo cual produjo una profunda crisis económica, la cual ya se venía arrastrando desde principios de siglo, a lo que se le sumó una profunda crisis social conocida como la Cuestión Social.

En términos historiográficos, la sublevación de oficiales jóvenes conocido como “ruidos de sables” por mejoras salariales y otros demandas; un golpe militar; la cuestión social y el autoexilio de Alessandri Palma en la embajada de Estados Unidos.

En ese contexto agitado surge la primera Escuela de Trabajo Social en mayo de 1925, con la Escuela de Servicio Social de Beneficencia, cuyo nombre fue cambiado por Doctor Alejandro del Rio en 1929, desde la Universidad Católica se crea la Escuela de Beneficencia Social Elvira Matte Cruchaga.

El problema planteado desbordó la solidaridad de la ayuda mutua y de las acciones caritativas y filantrópicas, iniciándose en ese momento diferentes formas institucionales dirigidas a dar cobertura a las necesidades con un carácter reformista socio-asistencial. El nacimiento del Trabajo Social supone la ruptura con las formas tradicionales de la Caridad y de la Beneficencia.

El Trabajo Social se masifica, se abren diversas escuelas en el país ajustándose los programas y mallas curriculares a la realidad de esos momentos. En Octubre de 1955, se organiza el Colegio de Asistentes Sociales, cuya directiva de ese entonces su principal preocupación fue cambiar la denominación de Visitadora Social por Asistente Social, que de cierta manera incorpora y permite abrir espacios al estudiante masculino.

Las décadas de 1960 y 1970 constituyen un momento histórico fuertemente dinámico, cambiante y complicado, marcado por significativas modificaciones sociales, políticas, económicas y culturales.

Algunos hitos principales de ese período:

1. Fin de la II Guerra Mundial, nueva configuración geopolítica internacional, hegemonía dominante de los Estados Unidos.

2. Desarrollo de la guerra fría, surgimiento de importantes movimientos culturales, feministas, raciales y estudiantiles.

3. Nuevo rol de la Iglesia Católica producto del Concilio Vaticano II.

En términos regionales, la Revolución Cubana y su impacto en el resto de los países de Latinoamérica, las propuestas de la Alianza para el Progreso como reacción de los Estados Unidos ante posibles revoluciones, las teorías desarrollistas impulsadas principalmente por la CEPAL, la teoría de la dependencia, la organización de nuevos partidos de izquierda y la lucha armada, las comunidades eclesiales de base y la teología de la liberación, las dictaduras militares que azotaron Latinoamérica.

La fuerte crisis económica y social unida a la inestabilidad política que se vivía en los países del Cono Sur y la necesidad desde la profesión de dar una respuesta –convirtiendo a los trabajadores sociales en instrumentos del desarrollo- estuvieron presentes en diferentes grupos de profesionales que dieron lugar a la Generación del 65, germen del Movimiento de Reconceptualización.

A partir de 1965 se inician los planteos de reformulación del Servicio Social. Y lo hace Latinoamérica, quien ya no acepta ser agente pasivo sino sujeto en el proceso histórico de la profesión. Por primera vez grupos aislados de profesionales del Servicio Social, asumen su papel histórico en la realidad en la que viven y trabajan o comienzan a trabajar concretamente por el cambio (Kisnerman, 1971: 33).

Para algunos profesionales se cayó en posiciones ideologizadas, reemplazando la teoría por el discurso ideológico. Otros señalan la confusión ocurrida entre los objetivos profesionales y los objetivos políticos partidarios, al realizar una identificación directa entre revolución y profesión. Se instaló sin discusión, el trabajo social profesional versus el trabajo social militante, con más o menor argumentos.

La Reconceptualización significó mirar hacia dentro criticar la dependencia, explotación e injusticia pero, fundamentalmente significó buscar construir una sociedad justa e igualitaria. Así, después del recorrido realizado, podemos afirmar que, el Movimiento de Reconceptualización posibilitó que el Trabajo Social Latinoamericano comience a dialogar con un proyecto de Modernidad, comprometiéndose por tanto, en el proyecto de emancipación de los hombres.

Respecto a la reconceptualización, se podría dividir en tres grandes momentos, según Kruse, el primero, que se ubica entre 1965 y 1970, fue una etapa de búsqueda, de creación y de aportes originales… El segundo periodo fue el de apogeo de la corriente; podemos ubicarlo en 1971-1972, y fue el momento en que se hicieron las contribuciones de más peso, más representativas y más maduras. A partir de 1973 considero que la reconceptualización ha entrado en una etapa de estancamiento y aun de crisis… (De Robertis, 2011: 98)

Proyectos que en América Latina en general y en Sudamérica en particular, fueron abruptamente desbastados por sangrientos golpes militares y las instalaciones de Dictaduras Militares.

El trabajo social en el ámbito de los derechos humanos surge en Chile luego del golpe militar de septiembre de 1973. Se desarrolla como un área específica de trabajo, ligado a la creación de organizaciones que surgieron para defender los derechos humanos violentados y para apoyar a los perseguidos. Las primeras se formaron a partir de comunidades cristianas, pero pronto también se crearon por iniciativa propia las agrupaciones de familiares de víctimas de la represión.

Para Chile y los países del cono sur las diversas dictaduras militares de la década del setenta constituyen, sin lugar a dudas, uno de los traumas psicosociales más graves y lesivos de toda la historia del continente.

El Trabajo Social en Derechos Humanos, que se desarrolló a partir de la represión política, valoró a la familia como un recurso esencial en el trabajo con perseguidos políticos, detenidos y desaparecidos, y redescubrió la necesidad de la intervención a nivel individual y familiar (Aylwin y Solar, 2003: 79).

Instalada la dictadura, la profesión pierde presencia, voz, contenidos y opinión proceso que perdura hasta la actualidad. En 1981, se da la abolición del rango universitario del Trabajo Social, por decisión del gobierno militar. El cual fue recuperado mediante la Ley N° 20054 del 27 de septiembre del 2005, sin tener la enjundia suficiente que simbolizo en términos de contenidos y sobre todo de proyección, “recuperar” ese rango universitario.

Hoy día universidades e institutos se pelean los potenciales clientes – estudiantes – profesionales del Servicio Social y/o del Trabajo Social. Disimiles voces tratan de apagar a la otra, tratando de imponer miradas pequeñas y/o zanjar las bondades del neoliberalismos en espacio institucionales acotados.

La discusión de “exclusividad” no es Universidad versus Instituto, o quien debe impartir dicha disciplina claramente esa discusión deberá versar sobre CALIDAD, en un debate abierto, franco y transparente entre muchos, en espacios abiertos pero mirando a la gente, a nuestros beneficiarios y/o usuarios.

No es tiempo de rehuir dicho debate, el mismo siempre ha estado presente en nuestra historia, ha sido parte del ADN constitutivo del Trabajo Social, como profesión en términos de económicos, sociales, políticas, teóricas u metodológicas.

El desafío de hoy y no cabe duda mañana, no tan sólo para el Trabajo Social sino para sus profesionales es romper con el dilema epistemológico de la sociedad neoliberal y la instalación de problemáticas de una “Nueva Cuestión Social”.

Justicia, Solidaridad, Respeto, Igualdad y Ética son algunos valores que seguramente en este contexto exigirían nuestros colegas, pues, los dolores que nos quedan… son los compañeros que nos faltan, María Cecilia, Juan Ernesto, Jacqueline del Carmen, Elizabeth del Carmen, Luis Jorge, José Fernando, Jacqueline Paulette, María Teresa, Segundo Norton, Rolando Gastón, Elizabeth Mercedes, José Alberto, María Teresa, José Ernesto, Alfredo Gabriel, Modesta Carolina, Julia Sonia, Susana del Pilar y Gilberto de las Mercedes.

No es el servicio social el que va a liberar a nuestros países. La liberación es una tarea histórica de los pueblos. Nuestra función es estar a su lado, contribuyendo con nuestra reflexión y nuestras técnicas para ayudarles a encontrar la vía más eficiente y más viable para alcanzar esa liberación individual, social y nacional a la que aspiramos todos los hombres conscientes (Kruse, 1986).

Bibliografía:

Aylwin, Nidia y Solar María Olga: Trabajo Social Familia, Editorial Universidad Católica de Chile, 2° Edición, Santiago, 2003.

De Robertis, Cristina: Herman Kruse, Un reconceptualizador del servicio social, Editorial Lumen-Hvmanitas, Buenos Aires, 2011.

Kisnerman, Natalio: Servicio Social Pueblo, Editorial Hvmanitas, Argentina, Buenos Aires, 1971.

Kruse, Herman: Servicio Social y educación, Editorial Hvmanitas, Buenos Aires, 1986.

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