5 de mayo de 2016

El pasado es siempre conflictivo

“El pasado es siempre conflictivo”, expresa Beatriz Sarlo, la académica y ensayista argentina que hace pocos meses estuvo en el ex centro de detención y tortura Villa Grimaldi. Y seguramente tiene toda la razón. Cada vez que es invocado lo es por las necesidades propias del presente. No hay pasado como tal, sino en la medida en el que es presentificado, es decir, como asistente favorecido a la mesa de las discusiones que son propias del presente.
La última marcha recordatoria por las víctimas y caídos del 11 de septiembre tuvo una cadena de componentes, que probablemente a muchos nos llamó la atención. Podríamos afirmar sin temor que fueron dos marchas en una, observe gente corriendo para llegar al lienzo central, bailarines para acompañar festivamente la marcha, distancias y espacios vacíos entre los convocados, insuficiente difusión que se hizo notar en la convocatoria. Y en el acto central entre los discursos llamando a la unidad y canciones, un pequeño porcentaje de los marchantes, pues todos los agrupamientos desarrollaron, improvisadamente, sus propias acciones.
Tampoco ahondaremos en las diferencias siempre presentes entre los organizadores del acto, ni en las disputas por liderar la conducción de la marcha, ni en los altercados previos por las ocupaciones de las sedes de los partidos políticos, incluido el partido Comunista, ni tampoco nos detendremos en los debates en torno a los discursos y quiénes los representarían, cuestión que generó serios conflictos previos a la marcha misma.
Consulté y consulté entre algunos participantes y nadie entendía nada sobre estas situaciones que he planteado. Reflexiono “Dime qué discutes acerca del pasado y te diré qué te preocupa del presente”, podría ser otra sentencia.
El próximo 2013, se cumplirán 40 años del Golpe Militar. Seguramente aparecerá de nuevo el interés periodístico, acciones conmemorativas, libros, debates y seminarios que instalarán en el discurso público distintas y diversas opiniones que no hacen más que explicar y releer en el mejor de los casos, lo que ha significado el Golpe Militar y la Dictadura para nuestra sociedad.
Cuatro generaciones han pasado desde esa fatídica fecha, y por lo menos, unas 22 marchas por diferentes rutas. Lo cual señala con claridad que este hito de la historia nacional no está cerrado como proceso y sus consecuencias –objetivas y como experiencia subjetiva de los ciudadanos- aún perduran en la sociedad y por ello, está aún en discusión y revisión.
¿Qué elementos de la memoria acerca del Golpe y la Dictadura están presentes hoy en día?
Steve Stern, historiador y académico de la Universidad de Wisconsin, traza la noción de memorias sueltas y emblemáticas. Las primeras corresponden al recuerdo de la experiencia personal y las segundas corresponderían a una memoria colectiva que permite ser un marco interpretativo de las memorias sueltas. Son las memorias emblemáticas las que permiten darle un sentido a la memoria suelta, personal e individual.
Si seguimos la reflexión de Stern, y reconocemos en las memorias colectivas el carácter de interpretativas y con capacidad de dar sentido, se hace evidente que las memorias emblemáticas disputan la hegemonía en el escenario social. Es decir hay una suerte de competencia por la supremacía, al modo de competencias que señala Bourdieu en su concepto de habitus y campo. Así las memorias definen sus relaciones de poder al interior del campo.
Para este historiador, en Chile, las memorias emblemáticas respecto al Golpe y la Dictadura se componen de cuatro variantes: La memoria como salvación, aquí la idea es de un trauma vivido antes del Golpe militar durante la Unidad Popular en la que la idea de una inminente guerra civil es “defendida” por el advenimiento de la intervención militar. Una segunda memoria es opuesta a ésta, en tanto es una memoria que tiene como idea central al trauma, puesto en la experiencia de la dictadura con el terrorismo de Estado como práctica que interrumpe las vidas de los sujetos dañándolas para siempre. Una tercera memoria, es la de los valores que se ponen a prueba en la Dictadura, es muy cercana a la anterior, pero no es necesariamente de personas afectadas por el terrorismo de Estado sino de quienes se sienten interpelados éticamente tanto desde la violencia de la dictadura, como de las violencias ejercida por grupos de izquierda. Por último la memoria como olvido es la cuarta memoria emblemática que está más cerca de la primera, en tanto es mejor no hablar, el Golpe militar y la Dictadura son vistos como problemas peligrosos. Stern llama a esta memoria “caja cerrada” que sí se abre es altamente peligroso, es la de una amnesia voluntaria, pero que a la vez esta cargada de memoria.
Estas cuatro memorias actúan en el espacio de la memoria colectiva disputando la centralidad de su versión de la experiencia del pasado, del discurso que portan y de los significados que quieren relevar al resto de los grupos, comunidades y por ende, de toda la sociedad.
Hoy en día, el movimiento social tiene dificultades para encontrar sus sueños y señas de identidad que permitan movilizarse masiva, transversal y profundamente. En una sociedad conservadora como la chilena, que conoció 17 años de dictadura, el tema de la memoria de las luchas y la represión es uno de los hilos históricos interrumpidos, necesario de reconstruir por y para las nuevas generaciones. Pero también mirando hacia el futuro con una acumulación de experiencia, de memoria y de historia como una gran mochila cargada de sueños y esperanzas.
Son nuevas generaciones, con viejos sueños y con nuevos protagonismos que rejuvenecen esta resistencia al olvido y al desencanto político, fruto de las luchas de los Mapuche en el sur del país, que ajustan sus exigencias por el derecho a sus tierras con las luchas por la reforma agraria durante décadas pasadas. El movimiento estudiantil, ya no como un actor secundario sino como principal tanto a nivel de protesta como de propuesta.
Caminando hacia los 40 años, propongo desde ya, que la próxima marcha parta desde el Memorial del Detenido Desaparecido y Ejecutado Político hacia Los Héroes, finalizando con un gran acto central, unitario en la forma y en el fondo… desde la muerte a la vida, Volveremos..., nos decía una vieja y concientizadora canción.
Tvetan Todorov, historiador y filósofo búlgaro, nos expresa en sus reflexiones que “la sociedad necesita conocer la Historia, no solamente tener memoria. La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso, puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política. Por su parte, la Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala Historia), sino con la verdad y la justicia como único imperativos”.

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